lunes, 22 de agosto de 2016

Depresión bailable (breve y sesgada autobiografía musical + bonus track)

Juan Peirano & las cajeras del Multiahorro tocando en el Tundra, el 16/06/2016.
Foto de no sé quién.

Antes de escribir, quise ser músico. A los 15 me compré una guitarra eléctrica Squier Stratocaster negra y blanca, y vagabundeé por bandas y proyectos con distintos grados de aberración.

Zona Restringida tenía un logo simpático, pero era lo único rescatable; dos guitarras, muchas canciones y la medida justa de ese espíritu adolescente que hace que la música sea horrible y disfrutable. Una vez intentamos anexar a un tecladista con aires de líder que le resultó demasiado infumable para mi infumable y púber ego que componía canciones que se contradecían entre alegatos contra la guerra y un odio vomitivo y punk hacia mis compañeros de clase que iban a bailar y andaban en moto en vez de escuchar a Dolina y acercarse a un libro, aunque fuera uno malo.

Después vino Fermento Espontáneo. Yo tenía 19 años y un talento para la guitarra que con los años intenté disimular. Las canciones eran un poco más complejas. O sea, eran simples. Una desgracia informática logró que las grabaciones de esa época, por suerte, se perdieran. Tocábamos sólo para amigos que nos dedicaban aplausos sinceros y poco criteriosos.

En el medio fui guitarrista de una banda que no me convencía del todo, de la que me fui como tres veces por distintas peleas con la misma persona. Nos estafaron en boliches de mierda, tocamos en 18 de Julio ante más de mil personas y a favor del plebiscito amargo que no logró anular la Ley de Caducidad. De haber superado los conflictos, pude haber teloneado a Paul McCartney. Creo que mejor así.

***

Después fui bajista de un grupo. Me ahorro los comentarios.

Lo que me guardo una postal, un breve archivo .GIF. Yo toco el bajo en un acústico que armamos en el Gallo Rojo (QEPD), hoy convertido en un restorán de sushi y luces estroboscópicas (el Gallo, ese lugar inundado de magia negra que ameritaría un texto que nunca me voy a atrever a escribir). En primera fila, acodado en una mesa sucia con su vaso largo de tónica con limón, está Marcelo Jelen, una de esas mentes irrepetibles, un ojo atento a lo que hacíamos los relativamente jóvenes en el terreno de las letras, un enorme columnista. Un incipiente amigo. Mientras hacemos sonar una versión de "Panic", de The Smiths (tan berreta que podría haber ameritado que Morrissey y Jonny Marr se juntaran para apalearnos con nuestros propios instrumentos hasta hacer más rojo el piso del Gallo) llega el estribillo. Me gusta traducir el inglés al rioplatense, así que en la coda final cantamos "cuelguen al DJ".

Me quedo con la medialuna negra del bigote de Jelen coreando a los gritos. Me quedo con las clases de periodismo que nos disimuló entre vasos y mostradores marcados con círculos de alcohol y vidrio. Me quedo con los halagos, tan importantes para un pendejo inseguro de lo que teclea para un gran medio. Me quedo con todo ese cuadro de pinceladas nostálgicas cada vez que escucho esa grabación de 1986 que reclama que maten al que pone discos que no tienen nada que ver con mi vida. 

Al final, la música es eso: una forma de quedarnos con otras cosas. Las que ya no suenan.

***

2015-2016. Yo ya soy otra cosa.

El año pasado empecé a encarar por iniciativa del genio comprendido Juan Peirano, retorcida cabeza detrás de Comunismo Internacional y de 800 proyectos más, con una hiperactividad poco habitual en lo que algunos llaman el under local y que para mí es el nivel del mar. Primero armé en una noche de insomnio la canción "Mostaza" para el compilado homenaje a la joya fílmica Acto de violencia en una joven periodista; la letra está inspirada en una escena de la película, imprescindible para captar por dónde va el tema pero también para considerarse uruguayo.

El año pasado, navegando los altibajos de la vagancia y la autoestima, empecé a grabar seis canciones para colgar en internet. Cinco son mías en letra y música, y una, "Supermercado Roberto", es de Juan. El conjunto se va a llamar Depresión bailable, y los títulos (sin orden) son:

22b
Dominical
Coso
Levemente chetos
No da

Estamos en plan de mezcla. Mi plan es que salga en un mes, dos, tres. Grabé voces, ukelele, guitarras, teclados, percusiones. Nadia Bukowski endulzó con coros y Peirano también, pero además me empujó a través de mis propios obstáculos y autosabotajes. Además, este año empecé a acompañarlo en su faceta solista, como tecladista de Juan Peirano & las cajeras del Multiahorro. Para él, gracias totales.

El nombre del grupo es Amigos de la Policía. Los que me conocen o vieron mi única presentación en vivo entenderán el chiste por dos. Es probable que nunca toque de nuevo ante personas. A modo de maqueta, mucho más simple que la versión final (que tiene mil instrumentos e incluso una sesión de palmas), está colgado este tema, "No da". Está mal cantado, pero la letra -que copio acá abajo, junto con el audio- me convence lo suficiente como para no avergonzarme.

Porque al final, la música para mí es eso: una forma de escribir.





el cielo es de hormigón
el mar vomita náilon
sobre la arena gris
con peces encallados

ecualizados mal
los celulares planchas
derraman reguetón
y ruidos por la rambla

la vieja que sacó
a un perro con remera
esquiva a un corredor
que venía en cualquiera

medusas de ciudad
las bolsas voladoras
te quieren atacar

salgamos a pasear
la rambla está tan fea que no da
para perdérsela

miranos fracasar
con tanto estilo y personalidad
tan lentamente
que no se va a notar

las toses de gasoil
el asma de las motos
tatuajes de pared
contenedores rotos

me hablás de un temporal
de un paro de transporte
y todo me da igual

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